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03 de febrero de 2010 | 17:00

Justicia para todos

Por Santiago Montaña.Integrante del Consejo de la Magistratura de la Nación en representación del estamento de los Abogados

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Dr. Santiago Montaña

El mismo día en que un Tribunal Oral de la Justicia Nacional declara el sobreseimiento y/o prescripción de la acción contra los responsables del accidente aéreo de la empresa LAPA que ocasiono la vida a 65 personas, y lesiones físicas y morales perpetuas a otros tantos, una película nacional que nos trae el tema de la justicia por mano propia, obtiene la nominación a los premios Oscar de la Academia de Hollywood, el máximo galardón cinematográfico internacional.

¿Que contradicción, no?

Si bien tanto la Sentencia –si, con mayúsculas, porque es el fallo definitivo de un tribunal de Primera Instancia; si, con mayúsculas, porque es el tribunal al que los ciudadanos concurren en procura de “Justicia”; si, con mayúsculas, porque no hay una aspiración mayor de la ciudadanía, que la de sentirse iguales dentro del conjunto, en la “Nación”; si, con mayúsculas, porque solo en la Nación se concibe el ideal de “Igualdad”; si, con mayúsculas, porque solo ese requisito nos justifica como grupo social-, como la película –si, con minúscula, porque es un producto emergente de todo el pueblo de la Nación Argentina; si, con mayúsculas, porque es el nombre que nos agrupa dentro del territorio nacional-, son un producto de los argentinos, cabe destacarse su diametral oposición.

La gente festeja la película, que en su final nos hace reflexionar sobre la justicia por mano propia, por sobre la “vindicta publica” o legitimación del Estado de “dar a cada cual según le corresponda”.

La gente desaprueba la Sentencia, la siente lejana, dictada por “representantes” que no los representan.

La gente festeja el logro de la nominación, obtenido por la película. Los representa.

Sentencia y película. Ambos son producto de ciudadanos de la República. Diametralmente opuestos los sentimientos que desata.

¿Que es lo que nos hace producir una narración fílmica de calidad internacional, y una pobre respuesta desde uno de los poderes del Estado, dejando vencer durante la investigación los plazos de la legitimación para la aplicación de los premios y castigos, dejando caducar la legitimidad de la acción colectiva?

Resulta paradójico que solo en el caso de LAPA, la aseguradora local, junto con la reaseguradora de origen británico hubieran respondido económicamente más efectivamente que en ningún otro caso de responsabilidad patrimonial que personalmente hubiera conocido como abogado: otorgaron pasajes ilimitados para el traslado de todos los familiares supervivientes; hicieron entrega a los familiares de una importante suma de dinero “a cuenta” de lo que en definitiva les pudiera corresponder; cubrieron todos los gastos y auxilios médicos de las personas que lo solicitaron aún antes de obtener un acuerdo o sentencia; hicieron caso omiso del paupérrimo patrón oro que mandaba la ley de aeronavegación local, otorgando importantes indemnizaciones por sobre aquellos limites legales; y cancelaron casi el 100% de las acciones emprendidas por los damnificados.

La “Justicia” argentina, no correspondió de la misma manera a los familiares y deudos de las victimas, a sus connacionales, dando “a cada uno lo suyo”.

Me siento muy afectado como ciudadano argentino. Como abogado. Como integrante del Poder Judicial.

Siempre participe activamente en el mejoramiento de la Justicia. Lo hice vehementemente desde los comienzos de mi militancia en “Gente de Derecho”, junto a Jorge Rizzo y otros valientes.

Nunca nos apegamos a las formas, y “tiramos de la soga” según nuestro concepto de argentinidad aún hasta donde temíamos se iba a romper, y si algo puede endilgársenos es nuestra vehemencia en la defensa de nuestras convicciones republicanas y el apego a la ley, por encima de toda voluntad humana que se opusiera a la misma. No “negociamos”.

Y si algo conocimos con la legitimación de haber ganado elecciones era la legitimidad que provenía de actuar “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.

Nuestro valor de Justicia –si, con mayúscula, porque es de TODOS-, esta en crisis.

La sentencia dictada –si, con minúscula- y la Premiación de la película –si, con mayúsculas-, nos pone en evidencia.

Creo que ninguna –tanto la sentencia como la película- representa nuestro futuro como sociedad, pero la reflexión que me produce la tensión existente entre ambas, es suficiente para entusiasmarme a seguir trabajando por una:

Justicia pronta para todos.

Para todos, por igual