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22 de abril de 2014 | 17:00

Jaime y Schiavi cara a cara

Por Miguel Paschetta – Periodista especializado en temas judiciales -

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Miguel Paschetta

Se sentaron juntos y se mostraban corteses, pero ante los jueces buscaron posicionarse en distintas veredas.  El primero, Ricardo Raúl Jaime, dejó a las claras que estaba alejado de la función pública al momento del accidente en febrero de 2011.  Y Juan Pablo Schiavi mostraba su gestión en torno a la transparencia que había encomendado en la negociación de los contratos ferroviarios, a diferencia de su predecesor.

Ambos se sienten una suerte de perseguidos políticos.  Jaime argumentó que esta causa era un ataque contra "las políticas de estado en materia de transporte".  Schiavi acompañó diciendo que no entiende "por qué las autoridades políticas tienen que estar en este lugar".  

Y los dos miraron al joven Marcos Córdoba, el maquinista de la tragedia.  El primero recordó sus 26 años con solo dos de experiencia.  En cambio, Schiavi avanzó un paso más.  Dijo que le preocupaba que no se haya investigado la salud psíquica del conductor y que el Juez Claudio Bonadío debía haber profundizado los estudios psicológicos que explicaran por qué no frenó un tren que en apariencia, se podía detener.

Después comenzaron a tomar sus propios caminos ante el Tribunal Oral Federal 2 de la Capital Federal, a tal punto que ante la gran incógnita que está en tela de juicio, que es lo sucedido en los últimos 300 metros fatales antes del choque, Jaime reveló: "Tengo en claro qué pasó, pero no debo decirlo.  Hay una sola persona y Dios que sabe lo que pasó".

Punto por punto, Jaime se defendió explicando el orden que brindaba su creación de la UNIREN, la Unidad Renegociadora de Contratos, (una  instancia superior entre el Ministerio de Economía y el de Planificación Federal).  Todos los contratos "tenían que pasar por ahí", explicó. Schiavi contraatacó diciendo que había "puntos oscuros" en las negociaciones que se llevaban en las cinco líneas.

También desligaron a la Secretaría de Transporte de una responsabilidad directa en el caso.  Sin embargo, mientras Jaime se vanaglorió de no haber tenido que lamentar víctimas por accidentes en su gestión; la frase de Schiavi causó escozor: "ninguna acción mía causó el accidente y ninguna acción propia pudo evitarlo".

En lo retórico, Jaime llenó de números contando el notable crecimiento de pasajeros transportados desde 2003 hasta el 2008 en la Línea Sarmiento que de 98.000 pasó a 118.000.  Y agregó que "durante 6 años no tuvo ni un solo día de paro sindical". Llegado el turno de Schiavi, se refirió a la fuerte interna gremial de la línea, cuya cabeza está enfrentada con la conducción nacional de la Unión Ferroviaria y sus enfrentamientos provocaron graves incendios en los trenes.

Jaime enumeró entre sus obras la inauguración de pasos a nivel, mientras que Schiavi dijo que esos trabajos estaban paralizados y fue muy contundente al hablar de la necesidad de generar "transparencia" desde que asumió, dejando entrever que antes a su gestión esto no ocurría.

La palabra "transparencia" y el lanzamiento de la tarjeta SUBE fueron los “leit motiv” del discurso del Secretario de Transporte al momento del accidente, porque con la tarjeta "se pasaron a subsidiar personas en lugar de empresas", volvía a disparar.

Jaime denunció que cuando accedió a su cargo el 27 de mayo de 2003 la Secretaría estaba vaciada "literalmente".   Por su parte, Schiavi afirmó que cuando se alejó, le dejó a su sucesor "un plan quinquenal de políticas de transporte ferroviario" y que el desarrollo actual se debe más que nada a las posibilidades que da este presupuesto ampliamente mejorado.  "Antes, ningún diputado y ningún senador decía que los Ferrocarriles necesitaban más presupuesto.  Y cuando se lo pedíamos, nos lo negaban".

Schiavi relató que cuando viajó a China, el ex Presidente Kirchner firmó un acuerdo por el que se financiaba más de las dos terceras partes de la compra de máquinas y obra "mediante convenios y organismos de crédito.  Cuando el actual Ministro fue, ya estaba todo acordado.  Y además compró todo al contado, con lo que bajó el precio aún más." 

El caso del maquinista fue tema aparte: Jaime fue duro al considerar que "Córdoba aplicaba los frenos y lo volvía a acelerar. ¿Qué pasó con esos últimos 300 metros?  El GPS estableció que se redujo la velocidad a casi 20 km/h y luego, en los últimos metros volvió a apretar el freno y casi llegó a los diez.  Pero el problema no fue Córdoba.  El no tendría que haber estado en ese lugar." Y remitió a palabras del juez Claudio Bonadío: "Es que había una corruptela institucional: empresarios, funcionarios y sindicalistas..." Levantó la vista y dijo: "y acá no veo sindicalistas", se entiende entre los imputados en el juicio.

No obstante, el mismo Jaime olvidaba que en esa tríada él era mencionado dentro del grupo de "funcionarios".

Y Schiavi también tenía sus fallidos. Luego de contar sobre la acalorada interna gremial, con una "paz social" muy quebradiza y de hablar de arrollamientos en los pasos a nivel, afirmó que viajar en el Sarmiento "no era inseguro".

Se detuvo en el incendio de la estación Haedo en el 2005, Y después fue a otros casos de "sabotaje" muy recordados.  Como esos dos episodios de Mayo 2011 que comenzaron con un incendio en Ramos Mejía y luego le siguió un atentado en paralelo entre las estaciones Villa Luro, Liniers Ramos y Haedo, cuando se quemaron 15 coches de cuatro formaciones que fueron atacadas al mismo tiempo. "Está probado que había gente con bidones y mecheros.  Una locura...  A raíz de eso pusimos cámaras de seguridad en las estaciones", explicaba. Y luego en septiembre del mismo año el accidente del colectivo que intentó cruzar una barrera en Flores y provocó el choque de dos trenes.

Y seguía la lista con gremialistas desbordados y enfrentados, problemas de seguridad personal del pasaje... y otro choque en Castelar.

Igual, no tuvo reparos: "Nosotros privilegiamos políticas de Seguridad sobre políticas de confort.  Se viajaba mal pero no era inseguro viajar en el Sarmiento."