El horizonte de la e-administración de justicia
Por la Dra. María Lorena Clienti - Consejera / Consejo de la Magistratura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires -

Negar la existencia de la inteligencia artificial y como avanza y se afianza en sendos planos de nuestra existencia, equivale a procurar tapar el sol con las manos. Basta con un ejemplo de algo que solemos realizar con habitualidad: cuando resolvemos entrar a un sitio web para efectuar una compra on line, se nos abre casi siempre al instante una pestaña que nos ofrece ayuda. Por lo general, se presenta muy educadamente, nos saluda, nos dice su nombre y seguidamente -sin darnos cuenta- comenzamos a hablar con un sistema regido por la inteligencia artificial. Dicho de otro modo, nuestra compra la efectuamos a una empresa que está representada ante el cliente en el sistema de e-commerce por un robot.
En este orden de ideas, no podemos dejar de subrayar, que - como señala el catedrático español Lorenzo M. Bujosa Vadell- el derecho privado y el derecho público en líneas generales, en sus pilares y concepciones más tradicionales se ven influenciados, a menudo, por innovaciones ajenas a la ciencia jurídica.
Entonces, cabe preguntarse: ¿Cuál será el horizonte de la inteligencia artificial aplicada al proceso judicial?
Es un interrogante amplio que nos invita a discurrir y transitar por distintos caminos. Por tal razón, propondré al lector unas primeras anotaciones -desde luego preliminares-, en las que efectuaré algunas disquisiciones en la materia, que servirán para dar cuenta qué etapas hemos superado, y qué es aun lo que resta recorrer.
Para empezar, tenemos en nuestro medio, consolidados los medios de prueba digitales, que resulta ser, a todas luces, el corolario del propio avance de la tecnología y, desde luego, de los conflictos que surgen por el solo hecho de la existencia de internet y los dispositivos electrónicos y la posibilidad de efectuar transmisión de datos, fotografías e información de cualquier naturaleza entre ellos. Dichos problemas, pueden ir desde cuestiones por compras en internet hasta la ciberdelincuencia, existiendo un sinfín de hechos penales en los que nos topamos con víctimas de delitos informáticos.
En otro escalón, y en otro estado de cosas, cabe referirse a la tecnología aplicada a la gestión del proceso judicial, entendido este, como la posibilidad de reemplazar el expediente papel por el digital y la posibilidad de acceder a él si el empleado/a, el funcionario/a o el magistrado/a está en su casa o en el tribunal y poder trabajar en él de manera regular independientemente estemos inmersos en una pandemia o no. Lo propio desde luego, para las partes, peritos y letrados.
Es que, el Covid-19, nos dio un baño de realidad, exhortando a abogados/as que ejercen la profesión, miembros del Poder Judicial y de la comunidad académica a encontrar una solución urgente al expediente digital con un sistema o un portal que reemplace la mesa de entradas del Tribunal, entre otras notas distintivas y/o funciones.
La última etapa de la consolidación de la tecnología es la inteligencia artificial administrando justicia, que hoy, desde luego, se presenta ante nuestros ojos con cierta lejanía. Más aún, si acordamos en que no tenemos consolidada la etapa anterior.
Y ello así, pues hoy no se encuentran reunidas las circunstancias para implementar esta etapa que puede denominarse como de e-administración de justicia, no lo vería como una historia digna de una película de ciencia ficción.
Basta recordar que cuando promediaba el año 2011, el realizador cinematográfico Steve Soderbregh, estrenaba el film que fue conocido en los países de Iberoamérica bajo el título Contagio que en aquel entonces parecía ser poco o nada probable, y hoy perfectamente podría ser un guion basado en hechos reales, pues relataba la historia de una pandemia global que tenía como protagonista un virus de origen desconocido y uno de los personajes centrales de la historia que sirve como disparador, era una mujer que regresa de Hong Kong al Estado norteamericano de Minnesota, luego de un viaje de trabajo. En la película, nadie en el mundo estaba preparado para una pandemia de esta naturaleza. Nueve años después, ya en la vida real, nosotros tampoco.
Las noticias de hoy nos muestran que la realidad, superó la ficción por un amplio margen.
En consecuencia, cabe preguntarse nuevamente ¿Cuál es el horizonte? Y tenemos que estar dispuestos a discutir y receptar cambios de indudable importancia para quienes imparten justicia, para los justiciables, y para los auxiliares. Y, tenemos que tener en claro, y aceptar social y culturalmente, que esos cambios son de la mano de la tecnología y no sin ella. Pero el uso de la tecnología debe ser responsable y como auxiliar de la persona humana que ejerce funciones para tornar más eficaz y ágil el servicio de justicia y lo que es sumamente importante, que el justiciable así lo perciba.