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IDT
21 de junio de 2012 | 13:00

Acceso a la Justicia y violencia de género: los mismos problemas en distintos continentes

Por la Dra. Natalia Marcela Molina - Titular del Juzgado Penal, Contravencional y de Faltas Nº 8 del Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires -.

Dra. Natalia Marcela Molina

Entre los días 2 y 5 de mayo se realizó la 11ª Conferencia Bienal de la Asociación Internacional de Mujeres Juezas, en Londres, oportunidad en la que fui invitada para disertar en la sesión sobre “Seguridad Judicial y Salud”, con Mary Kasango de la High Court de Kenya, Margaret Mackeown de la Corte de Apelaciones del 9º Circuito de los Estados Unidos y Huei-Ju Tsai de la Corte de Propiedad Intelectual de Taiwán.

Fue emocionante y muy valioso el compartir experiencias con colegas de más de sesenta países del mundo. Y, a pesar de las distancias, descubrir que los problemas que tenemos los jueces, en general, son los mismos. Esto fue algo que se evidenció durante todas las disertaciones e intervenciones en la Conferencia.

En África, por ejemplo, frente a la realidad social que se vive, hay hechos de altísima violencia que deben resolver los jueces y, a la vez, los legajos de muchos de esos jueces están siendo examinados para saber si continúan en la función o no. Es un lugar donde no resulta sencillo ejercer la magistratura. Con agrado descubrí que, en esas latitudes del mundo, hay Juezas que luchan por la igualdad de género y los derechos de las mujeres, en sociedades donde esto, por cierto, no es moneda corriente.

Por otra parte, en los Estados Unidos, existe preocupación por el incremento de la violencia de género. Algo muy parecido a lo que sucede en la Argentina.

Uno de los temas que me parece importante destacar del encuentro es la figura de “sextortion”, que proviene de Canadá. Esta conducta se configura cuando existe sexo + corrupción = “sextortion”, es decir, una forma de corrupción a través de favores sexuales. En cuanto a la forma de comisión, puede tratarse de un ofrecimiento de sexo implícito o explícito que incluye corrupción, es decir, con el fin último de favorecer a la víctima en algún aspecto, según el caso. Y en cuanto al ámbito de comisión, se han registrado casos donde existe una relación de poder entre quien hace el ofrecimiento y quien lo recibe.

En consecuencia, se avanzó sobre las formas de combatir la “sextortion”, por ejemplo, a través de programas de educación públicos, dando a conocer, también, las consecuencias de la relación entre “sextortion” y el HIV, estableciendo un código de ética a seguir por parte de los servidores públicos y, naturalmente, dictando leyes que regulen la “sextortion”.

En la Argentina, el impacto de las políticas de Estado de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, a través de la creación de la Oficina de Violencia Doméstica y de la Oficina de la Mujer, fue significativo. A partir de ello aumentó el índice de credibilidad en el sistema de Justicia en nuestra sociedad. Cabe señalar que la Argentina ha dado pasos agigantados en los últimos años en materia de programas de acceso a la Justicia, gracias a la vida en democracia y a la independencia judicial.

Los jueces tienen un papel protagónico como constantes transmisores de los derechos fundamentales garantizados en la Constitución. Sin embargo, es indispensable crear más programas de acceso a la Justicia y afianzar la transparencia de los actos judiciales, porque la sociedad cuando conoce cómo trabaja el Poder Judicial, confía más en el sistema. Pero ésta no es sólo una labor solitaria de los jueces, sino que deben implementarse políticas de Estado.

En este punto, la Ciudad de Buenos Aires está a la vanguardia, pues tenemos la oportunidad de ser protagonistas en un sistema joven y nuevo. La fisonomía de la justicia de la Ciudad se ha construido abriendo los brazos a una sociedad cada vez más moderna, intentando colocarse delante del problema y no detrás. Pero esta labor debe ser acompañada de difusión, para informar a la gente y educarla cívicamente. Es que, sin duda, se viven tiempos mejores. Pero hay que mancomunar esfuerzos. Ni los jueces debemos trabajar solos, ni los funcionarios que se relacionen con el sistema. Hay que cambiar el paradigma, la imagen de “injusticia” que a veces tiene la “Justicia”, pues la injusticia, como decía el maestro Piero Calamandrei, envenena a la sociedad, aún en dosis homeopáticas.